Bueno, esto fue una experiencia muy loca que duró unos 3 o 4 meses entre finales de 2017 e inicios de 2018. Todo ocurrió en el área de la alberca de la Ciudad Deportiva. En ese entonces, yo tenía 18 años y, debido a la universidad y otros compromisos, solía ir a entrenar natación durante el horario nocturno, prácticamente en la última clase del día.
En este horario, solo se permitía la presencia de adultos. La mayoría de la gente que acudía a esas horas eran personas mayores, en su mayoría de alrededor de 40 o 50 años. Debido a la baja afluencia a esas horas, en algunas zonas como los vestidores no había tanta supervisión.
Todo esto empezó con una pareja de esposos que solían estar en lo que podría llamar “mi clase”. Todo parecía normal hasta que en una ocasión los descubrieron teniendo relaciones en el vestidor de mujeres. Dado que ya era tarde y nuestra clase era la última en salir, supongo que se sintieron confiados. Todos nos enteramos, éramos la pareja, yo, el instructor y otras dos señoras. Sin embargo, debido a la buena relación que tenían esas mujeres, el asunto no se convirtió en un gran escándalo. Además, solo ellas dos presenciaron el acto. Todos nos dimos cuenta cuando la pareja salió del vestidor, y simplemente dejamos que continuaran con su “juego” de tener relaciones sexuales en los vestidores. A veces era en el vestidor de mujeres, a veces en el de hombres. Era el incómodo secreto que todos compartíamos.
Un día, hablando con una de las mujeres allí, sacó el tema de la pareja disfrutando en los vestidores. Fue como si estuvieran burlándose de todos nosotros. Solo escuchando a esta mujer hablar sobre lo “genial” que era lo que hacían, mi mente dejó de pensar de manera sensata y, en cambio, actué impulsado por el deseo. Le propuse que quizás nosotros dos también podríamos hacer lo mismo.
Ella hizo las preguntas típicas que hace una mujer mayor cuando alguien joven le propone algo así. Total, me lancé con mis palabras y le dije que cuando su esposo saliera, yo me quedaría solo en el vestidor de hombres, ya que el entrenador no entraría. Ella dijo que lo pensaría y nos separamos cada uno a su vestidor.
Por suerte, el esposo se fue al vestidor de mujeres con su esposa, y no pasó ni un minuto cuando la mujer se coló en el vestidor de hombres y me habló. Nos metimos en una regadera y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Fue incómodo, pero también una de las experiencias más emocionantes de mi vida.
Y esto es solo el comienzo de todo lo que viví. Lo cuento ahora porque ya ha pasado tiempo. Hace poco volví a entrenar allí y supe que básicamente han comenzado de nuevo con un personal diferente. Poca gente de la época en la que ocurrieron estos eventos sigue allí, así que no importa si “quemo” a alguien al contar esto. Más tarde o en otro momento, seguiré escribiendo sobre cómo todo esto se volvió aún más complicado y extendido.
Oye, qué buena historia. Esperaremos las subsecuentes de esa alberca.